Maduro subestimó a Juan Guaidó. El poder todo lo subestimó. Lo veían como un blando y lo siguen viendo como un muchacho. Dicen ellos en el Palacio de Miraflores que el mundo es de los duros. Que el poder es de los duros, y ninguno más duro que Hugo Chávez, y en cuanto Nicolas Maduro es hijo de este, entonces también es un duro, y duro es Diosdado Cabello. Aquí está Diosdado, dijo Maduro en medio de las protestas de 2017.
Aquí está Diosdado que es un duro de la revolución. Y Cabello se inflaba. A Cabello le gusta ese rol. Ambos son adictos al poder. Y cada uno compite por quién supera al otro en cinismo, crueldad, estridencia, que son las expresiones con las que ascienden a la categoría de duro.
Tal vez apostaron a que con un par de amenazas Juan Guaidó iba a recular. Tal vez alguien apuntó puertas adentro del Palacio de Miraflores que ese “muchacho” no representa ningún peligro puesto que, habrán dicho, no hay debate en la Asamblea Nacional en el que haya destacado.