La crisis apaga las navidades venezolanas

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La frase “Feliz Navidad” casi nadie la utiliza. Atrás quedaron aquellos ambientes de alegría, cuando el olor a pintura fresca de las casas recién pintadas inundaban toda la cuadra, con calles de comunidades adornadas y principales avenidas y plazas estaban repletas de luces multicolores que anunciaban la llegada de la época más bonita del año. Y es que la crisis ha suprimido, incluso las fiestas tradicionales que los venezolanos cuidaban con tanto recelo.

El inicio de la época navideña de este año se ve marcada por la emergencia humanitaria compleja (declarada por la Asamblea Nacional en 2015), debido a los múltiples y prolongados apagones eléctricos que se mantienen hasta hoy; la deficiencia en los servicios de agua y gas, escasez de gasolina; la hiperinflación galopante; la disminución del poder adquisitivo; la migración y el resto de factores que mantienen al país tambaleando.

Por eso es que, al menos en Lara, el ambiente decembrino de alegría prácticamente casi no existe, a pesar de que el presidente Nicolás Maduro decretó hace un mes atrás el inicio de las “Navidades Felices”. “Con esta crisis que vivimos no hay mucho que celebrar”, dijo el cocinero José Rodríguez al ser consultado sobre el ambiente navideño en esta época de crisis.

Hasta hace unos ocho años, era usual ver que las avenidas y calles se adornaran con ángeles de luces y plazas y monumentos tuviesen cientos de adornos que parecían sacados de un cuento de hadas. Pero ahora apenas son seis los sitios públicos que están adornados, al menos en Barquisimeto: la plaza El Encuentro, La Justicia, Plaza Lara, Monumento El Obelisco y Parque El Cardenalito. Sin embargo, estos sitios que se encuentran adornados desde hace poco menos de un mes, han pasado desapercibidos por los barquisimetanos. La ama de casa María Hernández afirma que la falta de transporte público y el poco dinero en efectivo no le permite ir a estos de noche, que es cuando vale la pena visitarlos.

“Para esos sitios hay que ir de noche y después de las 6:00 pm cuesta agarrar buseta para el oeste y yo no tengo dinero para pagar un libre”, comentó.

Lo mismo ocurre en distintos sectores residenciales de la capital crepuscular, porque en zonas como la avenida Rotaria, Barrio Unión, Los Crepúsculos, Santa Isabel y Rafael Caldera era usual ver decoraciones navideñas en las que todos los vecinos colaboraban, pero esas tradiciones también se perdieron por la falta de dinero. Un ejemplo de ello es en el sector 1 de La Carucieña, donde vive Claudia Jiménez, una dama que en sus 30 años recuerda cómo era celebrar la Navidad en su comunidad cuando era muchachita. “Se adornaba la calle con guirnaldas y luces, pero ahora y de broma cada quien monta su arbolito”, expresó con tristeza.

Profundas heridas

El panorama tan desalentador que se ve en las calles, comunidades y que está estrechamente vinculado con la situación político – económica, es lo que hace que la población no tenga entusiasmo por celebrar, tal como lo expone la psicóloga Hisvet Fernández, profesora de la Escuela de Psicología de la UCLA.

“Los cambios significativos a nivel social y económico han dejado pro? fundas heridas en la gente y que aún no cicatrizan del todo, básicamente el país está de luto y no hay espacio para las celebraciones, tal como se concebían”, explicó.

Para Fernández, psicóloga social, las ausencias familiares, que pertenecen a los más de 5 millones de migrantes venezolanos (según la ONU), son las que producen el sentimiento de nostalgia en las familias y que, tal como si fuese una epidemia, se puede contagiar a los demás. “Si tú te sientes triste, y yo ando contigo, también me sentiré mal”, apuntó.

A pesar del desánimo, hay guaros que están esperanzados en un cambio político en Venezuela que les devuelva a sus fa? miliares que huyeron de la crisis venezolana. “Si existe un cambio, los que viajaron volverán y habrá más dinero”, mencionó Yelitza Catarí.