La llegada del coronavirus o covid-19 encuentra a Venezuela en las peores condiciones de nación alguna en Latinoamérica, América y todo el Hemisferio Occidental; nuestra condición para enfrentar la pandemia no es mejor que los atrasados pueblos de África y los sufridos del Medio Oriente. De ser un país puntal de nuestro continente, gracias al chavismo hoy somos un Estado fallido y pobre, con una población desatendida en todos los órdenes por una administración pública desmoralizada y sin recursos para desempeñar sus funciones.
La pandemia nos alcanza, y se extiende a pesar de las mentiras de Maduro y sus adláteres; sin sistema de salud, muy a pesar de sus médicos, enfermeras, camilleros y otros técnicos que se sacrifican en esos centros por vocación y humanidad; sin sistema de agua con acueductos en crisis y desmantelados; sin inventarios de alimentos y otros insumos indispensables para la vida diaria; sin gasolina ni gasoil para el transporte de bienes y personas; con fuerzas policiales sin otro propósito que la represión y no la protección de los ciudadanos, su razón de ser; con una Fuerza Armada desmotivada y abandonada salvo para su indoctrinación y manipulación partidista que la desnaturaliza. En fin, sin gobierno.
Mientras en otros países la crisis se trata de enfrentar mediante la acción pública de sus ministros de Salud y sus equipos de apoyo natural, en Venezuela se politiza y designa a una persona tan ignorante en la materia como yo, pero dedicada a mantener bajo control político a una población inerme; el coronavirus se ataca y previene con gente experta en su problema, con conocimiento en materia médica y no con burócratas dedicados a mantener en el poder, a cualquier costo, a una pandilla de irregulares dedicada a la expoliación de los recursos del país en beneficio de la metrópolis cubana y su régimen criminal, y de los capitostes del régimen.